El cambio climático es un hecho que casi nadie se atreve a negar ya. Como consecuencia de él, nuestro planeta está viviendo, cada vez con mayor frecuencia, temperaturas y fenómenos atmosféricos extremos. El hielo polar se derrite, se repiten las sequías y los ecosistemas se resienten. A los seres humanos nos está costando mucho asumir la gravedad de estos fenómenos porque su gran escala nos impide contemplarlos plenamente. Pero las consecuencias de estos cambios nos están golpeando directamente. También al sector logístico. Aquí contemplamos que los cargueros afrontan travesías cada vez más complicadas, especialmente en el Pacífico, donde las tormentas se repiten con virulencia extrema.

La razón es que, aunque se suele indicar que el planeta se está calentando, lo que más se calienta es el mar. Según datos de la ONU publicados en este informe, los océanos han absorbido aproximadamente el 93% del calor adicional, así como el hielo fundido en los polos. Estos cambios en la temperatura de los océanos hacen que varíe el intercambio de calor entre el mar y la atmósfera, provocando cambios en los vientos, en las corrientes y en las olas oceánicas. Y esa es la razón por la que las travesías marítimas se hacen más difíciles.

El pasado mes de diciembre, un barco que viajaba de China a Estados Unidos se vio sorprendido por una tormenta brutal a 3.000 kilómetros al norte de Hawái y perdió 2.000 contenedores, atracando en Kobe con el resto de la carga gravemente dañada. Se trata de un caso extremo, porque hablamos de barcos sumamente estables, pero no es un caso aislado. Las estadísticas nos lo indican con claridad. Cada vez se pierden más contenedores en esas imprevisibles y durísimas tormentas. ¿Nuestro consejo? Mientras no seamos capaces de revertir el proceso del calentamiento en nuestro planeta, en KENSA pensamos que asegurar la carga es una gran idea.