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KENSA Logistics 

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Cuatro elementos que explican la tormenta que vive la logística mundial

Por Justin Facey

Cómo apoya KENSA el despertar de la industria hotelera
Estamos viviendo la tormenta perfecta. Retrasos en las entregas, subidas increíbles en los portes, desabastecimiento… La incertidumbre es máxima y en KENSA trabajamos sin descanso para poder ofrecer alternativas a nuestra clientela. También invertimos mucho tiempo en explicar a quienes trabajan con nosotros, qué está sucediendo en el tráfico internacional de mercancías y cómo hemos llegado a esta situación en la que la volatilidad es la norma. 

Voy a intentar resumir todos los elementos que, interrelacionados, han conseguido multiplicar las dificultades que el sector logístico enfrenta en la actualidad:


1.Los puertos, cerrados de forma intermitente. 

El cierre de los puertos asiáticos en el inicio de la pandemia fue un suceso inesperado. Luego llegaron los cierres al resto del planeta. Durante un tiempo se pensó que el tráfico volvería a la normalidad pasadas unas semanas, pero esto ha sido imposible porque, desde hace ya meses, muchos puertos, sobre todo asiáticos, vuelven a cerrar cada vez que se detecta un brote nuevo. Y eso significa llegadas congestionadas y, con ello, retrasos en la entrega de mercancías. Todo ello sería ya problemático en un contexto normal, pero es que en este momento estamos viviendo un extraordinario aumento de la demanda. Sigamos.


2. La demanda, desbocada. El parón económico mundial ha provocado problemas económicos en muchas casas, pero también un importante ahorro familiar en otros núcleos. Este ahorro coyuntural, unido en muchos países (especialmente en EU) a los cheques que ha entregado el gobierno para reactivar la economía local ha provocado una demanda de bienes de consumo sin precedente. Desde colchones hasta automóviles pasando por equipos informáticos, las compras han crecido de forma extraordinaria; y buena parte de los productos que se compran, o bien se manufacturan enteramente o requieren componentes procedentes de la gran fábrica del planeta: Asia. Y esas compras incrementan la presión sobre el ya tensionado tráfico marítimo.


3. Los contenedores, desaparecidos.

En medio de esta locura, los cuellos de botella generados en algunos de los mayores puertos del mundo han hecho que los contenedores escaseen. Unos están en el mar, otros incluso viajan vacíos para que el barco no se detenga esperando que se vuelvan a llenar. Y hay empresas que, en vista de ello, hacen reservas dobles de contenedores, lo que aún complica más la situación en un círculo vicioso.


4. Y el precio de los fletes, imparable.

Esta situación de crecimiento desorbitado de la demanda, especialmente en los Estados Unidos, ha impulsado al alza los precios de los fletes. Son precios que no paran de subir de semana en semana y resultan difíciles de creer para quienes llevamos años en el negocio. Pero son realidad. Y lo peor es que ese incremento se ha trasladado a todas las rutas. Después de todo, ¿por qué iba una naviera a hacer la ruta Brasil-México al precio de antes si puede destinar un buque enlazar Norteamérica o Europa con China con los astronómicos precios actuales? 


Como decía antes, se trata de una tormenta perfecta. Cada uno de estos elementos agrava el siguiente y, entre todos, forman remolinos que están fracturando no solo a la cadena logística, sino a la economía de todo el planeta. Cuando la tormenta termine, y esperemos que sea pronto, habrá mucho que repensar y reconstruir.


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