Detrás de los stakeholders hay personas 
(con nombres, rostro y familia)

Por Justin Facey

En una época como la nuestra, con notables cambios en la narrativa empresarial, cada vez somos más quienes, desde la gestión corporativa, queremos dejar constancia en nuestro entorno de un hecho que puede resultar tan evidente como ingenuo: que detrás de las empresas hay personas. A veces, pienso que es tan solo mi forma particular de ver los negocios. Pero cuando leo y reflexiono sobre el asunto, entiendo que no soy ni el primero ni el único que ha trabajado en esta idea. Aunque el tema se ha abordado desde diferentes planteamientos. 

Veamos:
Hoy, todas las empresas que deseamos ser líderes nos preocupamos por nuestra reputación; después de todo, son muchos los estudios que nos demuestran que este concepto es importante para nuestra cuenta de resultados. En ese contexto, podemos encontrar empresas que incluyen el cuidado de los stakeholders como parte de la gestión de su reputación, de igual modo que trabajan filantropía empresarial. 

No me parece desdeñable este planteamiento, desde luego. Lo que sucede es que, en el entorno de KENSA, tener la vista puesta en las personas es algo que va mucho más allá de tener una buena reputación de marca: es un modo de gestión más eficaz. Incluso me atrevería a decir que es revolucionario, sobre todo en un momento en el que aún una parte importante del mundo de la empresa cree que los seres humanos perseguimos exclusivamente nuestro propio interés y que la empresa no puede hacer otra cosa diferente. 

Pero, ¿dónde reside lo revolucionario de la idea? Para mí, en el hecho de que, al pensar en las personas particulares que la rodean (en sus necesidades, en sus familias) la empresa se centra cada vez más en su capacidad para generar valor y en hacerlo, en la medida de lo posible, a través de la colaboración antes que de la competición.
Es ya famosa en el mundo de los negocios la apuesta de Bill George, profesor y antiguo consejero delegado de Medtronic, cuando planteó un cambio radical en el foco en el que debía centrarse una corporación para dar resultados. Él aseguraba que “la mejor manera de producir resultados a largo plazo y crear una empresa creciente y próspera consiste en atender a todos los grupos de interés, de tal forma que, para atender a todos estos grupos, se necesita disciplina, visión y compromiso por parte de la dirección.” 

Este planteamiento, que en KENSA compartimos, nos exige dejar de pensar exclusivamente en el valor económico que creamos para los accionistas e incluir en nuestra ecuación a otros grupos de interés. ¿Quiénes? Evidentemente, los clientes (algo que resulta razonable desde las perspectivas más antiguas) pero también nuestros propios empleados e ¡incluso nuestros proveedores! 

Si, además de todo ello pensamos en nuestros stakeholders no como empresas sino como personas a las que les podemos poner rostro, nombre o historia, creo que la propuesta es radical puesto que exige a toda la empresa un trabajo para analizar y mejorar prácticamente cada interacción

O lo que es lo mismo, trabajar cada día para construir relaciones sólidas y hacer realidad ese elemento clave en los negocios: la confianza.