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La economía circular y el futuro del transporte

Por KENSA Logistics

Reutilizar, reducir, reciclar. Estos tres verbos son la clave de la economía circular, la que nos tiene que permitir mantener un buen nivel consumo sin que eso signifique agotar los recursos naturales. Porque no hay un plan B para la tierra.


La urgencia de la crisis climática hace que empresas y administraciones públicas estén implementando de forma acelerada soluciones innovadoras, muchas de las cuales se mueven en el territorio de la economía circular. Son propuestas basadas en prolongar la vida útil de los bienes de consumo y en valorizar los residuos (da igual si hablamos de textil, alimentación, electrónica o plástico) para convertirlos en nueva materia prima lista para un nuevo uso. Es un desafío que se está convirtiendo en realidad cada vez en más sectores económicos. Pero, ¿qué papel tiene el transporte en una economía circular?


La economía circular necesita un transporte más sostenible


El transporte tiene un papel crucial a la hora de contribuir a la agenda verde en todo el planeta. Después de todo, el transporte es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones globales de gases con efecto invernadero y es el sector en el que más aumentan. En estos datos están incluidos los traslados de viajeros, pero incluso excluyéndolos, el transporte de mercancías sigue contaminando demasiado y debe avanzar hacia un modelo más sostenible, maximizando su eficiencia y reduciendo las emisiones de CO2.


Este mandato tiene aún más sentido cuando contemplamos que la economía circular hacia la que nos encaminamos, con cadenas logísticas redibujadas, va a necesitar un transporte con grandes capacidades y completamente actualizado. De hecho, los expertos en movilidad prevén que en las próximas décadas se producirá un cambio radical. En primer lugar, por la electrificación de los motores. Pero también porque hay otras muchas tecnologías que van a colaborar a esta transformación.


En busca de la máxima eficiencia en el largo recorrido y en la última milla


Para atender las nuevas necesidades, cobra una especial importancia la aplicación de tecnologías digitales (Internet de las Cosas e Inteligencia artificial fundamentalmente) que ayuden a mejorar las redes de transporte. Gracias a ellas se pueden lograr tres aspectos esenciales: optimizar rutas, eliminar los kilómetros en vacío y lograr una trazabilidad inteligente.


Además de estas nuevas herramientas, se apuntan diversas soluciones que varían según hablemos de transporte de largo recorrido o de la entrega de última milla.


Para el transporte de mercancías a larga distancia, las propuestas más claras son estas:


  • Reducir el uso de combustibles fósiles más contaminantes, especialmente en los transportes marítimos, donde los operadores más avanzados ya están optando por el GNL como combustible limpio.
  • Facilitar las conexiones intermodales y promover las plataformas logísticas, tarea que deben emprender las administraciones para lograr que en todo el recorrido de mercancías se maximice la sostenibilidad.
  • Promover más el uso del ferrocarril.


Para los desafíos que presenta la gestión de la última milla, las ideas clave son estas:


  • Promover el uso de vehículos eléctricos urbanos. Todos sabemos que en las grandes ciudades latinoamericanas no es fácil realizar ese cambio, pero ya se están proponiendo soluciones ligeras (puedes ver algunos detalles aquí)
  • Potenciar redes de puntos de recogida involucrando a las personas usuarias en un uso responsable de los mismos.


Una mirada verde al conjunto


Además de estos cambios, hay otros trabajos pendientes en el transporte cuando se contempla a la luz de la economía circular y que van desde promover la reutilización y reciclaje de embalajes hasta la implantación de medidas para reparar y reutilizar con garantías los propios equipos utilizados en transporte.


En definitiva, muchas tareas pendientes. Pero también muchas razones para abordarlas cuanto antes.



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