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En busca de soluciones globales: todo lo que podemos aprender del comercio

Cómo apoya KENSA el despertar de la industria hotelera
El pasado mes de junio, 130 países, entre ellos México, firmaban un acuerdo histórico para armonizar el impuesto de sociedades de forma prácticamente global a partir de una base mínima de un 15%. Se trata de evitar así que las grandes multinacionales y las plataformas digitales sigan utilizando mecanismos para dejar de pagar buena parte de sus impuestos.

El acuerdo llevaba trabajándose años y había ocupado mucho tiempo de negociaciones intensas en el núcleo de la OCDE ( el club de los países más ricos del mundo). Por eso resultó casi una sorpresa que la firma del acuerdo, alentada por la nueva administración norteamericana, fuera tan rápida. A los pocos días, la cumbre de ministros de finanzas reunidos en torno al G-20 lo ratificaba. Aún queda mucho por decidir, porque todavía es necesario concretar muchos detalles antes de que esa armonización se haga realidad en 2023, pero lo que queda claro es que el mundo se mueve en una dirección en la que la mirada política se hace prácticamente global.


El aprendizaje de la pandemia

Si el acuerdo es más o menos eficaz lo veremos con el tiempo, pero con él se confirma que avanzamos hacia una nueva forma de entender las relaciones entre países que se enfoca más a la colaboración. Es algo que ya vimos con la pandemia. No podemos decir que las decisiones se hayan tomado de forma consensuada. De hecho, hubo auténticas batallas en la compra de material médico al principio de la crisis sanitaria y hoy sigue habiendo una dolorosa desigualdad en la vacunación. Pero la irrupción de la Covid-19 es la evidencia más clara de que ninguna nación puede vivir al margen del resto. Por eso nunca antes se había compartido tanta investigación científica desde el primer minuto y nunca antes se habían resuelto tan rápidamente colaboraciones entre empresas y estados.

Y es que los problemas que más nos afectan en la actualidad, desde la evasión de impuestos al cambio climático o las pandemias, son globales. Y, por lo tanto, requieren soluciones acordadas por todos. Pero ¿estarán los estados soberanos dispuestos a ceder parte de su independencia?, ¿habrá alguna fórmula para poder llegar a acuerdos?


El ejemplo del comercio 

Probablemente, la colaboración internacional llegará por pura necesidad. Es lo que ha sucedido tradicionalmente con el comercio: nada como un intercambio económico provechoso para lograr acuerdos, limar fricciones y establecer territorios en paz. Y, puestos a mirar al territorio institucional, ahí tenemos a la Organización Mundial del Comercio. Nació después de la Segunda Guerra Mundial como un acuerdo que debía dinamizar el intercambio comercial y, después de mucho tiempo y esfuerzos, después de su conversión en una gran entidad multilateral, resulta evidente que su existencia facilita la buena gobernanza y contribuye al crecimiento económico de todos los países. Sí, se le pueden hacer muchas críticas, pero ya no podríamos regresar a un comercio internacional sin sus reglas comunes.

Energía, clima, salud, impuestos… nuestra realidad ha hecho que todas las personas seamos interdependientes unos de otros, por muy lejos que nos encontremos. Y quienes trabajamos en el comercio internacional lo sabemos bien. Por eso esperamos inspirar y animar hacia la colaboración a quienes tienen por delante grandes desafíos políticos. ¿Lo conseguiremos?




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