Fue la ambición política. Fue la curiosidad y el afán por la exploración. Pero, sobre todo, fue el impulso del comercio lo que detonó una de las mayores hazañas de la humanidad: la primera vuelta al mundo. Hoy puede resultarnos anecdótico pero ese punto en el desarrollo logístico, político y económico a nivel mundial fue detonado por unos clavos de olor y unas ramas de canela.
Este año se cumplieron 500 años de la primera circunnavegación de la Tierra. Se está celebrando de diversos modos en diferentes países. Pero, para quienes estamos implicados en el comercio internacional, parece un gran momento para recordar cómo, desde hace siglos, el comercio conecta al mundo impulsando la exploración y el conocimiento.
Al igual que sucede hoy, la población de hace cinco siglos compartía el deseo de adquirir productos exóticos. Y la debilidad de los europeos eran las codiciadas especias de las Islas Molucas, esenciales para su cocina, la conservación de las carnes y para usos medicinales.
Buscando la mejor ruta para el comercio de las especias
Sin embargo, las distancias que separaban a los europeos de aquellos exóticos productos eran tan grandes que incluso podía tomar años de recorrido y encarecían muchísimo sus precios. La ruta por tierra era muy peligrosa y obligaba a pagar impuestos en muchos puntos aduaneros intermedios. Pero hacer el viaje por barco tampoco era fácil pues los españoles tenían restringida la ruta de Oriente (navegando hacia el Este y atravesando el Cabo de Buena Esperanza), reservada a los barcos portugueses según lo establecido en los tratados internacionales de aquel momento.
¿Era posible lograr una ruta comercial alternativa? La pregunta estaba en el aire porque, si se encontraba tal ruta, sería el modo de entrar en un mercado con importantes ganancias.
Con estos argumentos, el navegante Magallanes convenció a la corona española para organizar esa flota con una propuesta: sobrepasar América por su extremo Sur (aún no se había llegado más allá de la desembocadura del Río de la Plata) y seguir navegando hacia el Oeste hasta llegar las Indias, siguiendo la idea original de Colón. Fue así como doscientos cuarenta hombres se embarcaron en cinco galeones para iniciar un viaje lleno de incógnitas. Eso sí: parte del encargo era que, si lograban llegar a las Molucas, debían traer de regreso un cargamento de especias que financiara la aventura.
Una odisea impensada
Sí, fue una aventura porque, si bien tenían en claro su objetivo, no sabían cómo harían para alcanzarlo porque navegaban hacia un espacio desconocido.
El 20 de septiembre de 1519, cinco galeones dirigidos por Fernando de Magallanes partieron de Sevilla con el propósito era inaugurar una nueva ruta hacia Oriente y disputar a los portugueses el comercio marítimo. De paso, comprobarían si era cierta la existencia de un Estrecho (el que hoy es conocido como el de Magallanes) que conectaba los océanos Atlántico y Pacífico. El viaje hacia lo desconocido
se hizo arriesgando vidas, el capital y el prestigio de la Corona Española. Y las expectativas de toda la humanidad.
Los aventureros cumplieron su objetivo: llegaron hasta los confines del Continente Americano y atravesaron el Pacífico en un viaje que les resultó casi interminable (hasta ese momento se pensaba que la circunferencia terrestre era menor). Y, finalmente, llegaron hasta las Molucas, donde adquirieron el cargamento de especias que compensó a la corona española de su aventura. Pero, en lugar de regresar navegando en sentido contrario, siguieron surcando las aguas hacia el Oeste hasta completar la circunnavegación de la Tierra.
El coste de una aventura que cambio el mundo
Regresaron a Sevilla casi tres años después de iniciar el viaje luego de muchas pérdidas, entre ellas la vida del propio capitán. Las tripulaciones habían sufrido un hambre feroz y terribles tempestades. Y, de los cinco galeones que habían zarpado, solo la nave Victoria, tripulada por Sebastián Elcano, llegó a tierra firme.
El capital europeo había circunnavegado la Tierra por primera vez. La odisea había logrado conectar al mundo
y marcaría una nueva definición geopolítica planetaria. El comercio había abierto así nuevas perspectivas para la humanidad.