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La ruta del Ártico: desafío al planeta

Por KENSA Logistics

Hace poco más de un año, en febrero de 2021, justo antes de que el canal de Suez quedara bloqueado por el Ever Green, un gran carguero contemporáneo completaba por primera vez en pleno invierno la Ruta Marítima del Norte (también llamada Northern Sea Route o NSR). Era el Christophe de Margerie, un gasero ruso que navegó desde China a un puerto de Siberia por las aguas que bañan las costas del Norte de Rusia.


Tradicionalmente, esa ruta era utilizada exclusivamente en verano y con escasa intensidad porque el hielo la hacía impracticable para la navegación comercial. Sin embargo, el viaje invernal arriba citado no fue difícil: el buque solo encontró hielo formado durante el año, por lo que su casco reforzado pudo romperlo sin peligro y sin ayuda del rompehielos que se hubiera necesitado años atrás. Es una de las consecuencias del cambio climático y el calentamiento de los polos.


¿Una oportunidad comercial?


El planeta se calienta y los polos se derriten. Nadie lo niega ya. Este pasado mes de marzo, una ola de calor aumentaba la temperatura del Ártico 30 grados por encima de su media en esas fechas. Lo sorprendente es, precisamente, que ya esto ya no sorprende a los expertos porque desde hace unos años estas subidas de temperatura son habituales.

Solo un par de datos: durante el verano de 2020 se llegaron a registrar 38º en al Ártico siberiano y en Groenlandia, el pasado mes de agosto, se midieron 23,4º.

Esta circunstancia está comenzando a ser aprovechada por compañías navieras. Después de todo, la distancia de navegación entre Hamburgo (en Alemania) y Yokohama (en Japón) es de 11.430 millas si se sigue la ruta tradicional del Sur atravesando el canal de Suez. Eligiendo la ruta del Norte, en cambio, solo hay 6.900 millas, es decir, una distancia un 40% inferior.



La región polar de Canadá también tiene una gran presión, pero la mayor parte de la navegación por el Ártico ha estado protagonizada por las exportaciones rusas de energía, que han experimentado crecimientos de dos dígitos en los últimos años.


Un desafío al planeta


Navegar por el Ártico no es, sin embargo, una cuestión técnica exclusivamente. Es también un desafío al planeta y cada vez son más las voces que se alzan contra la utilización de esta ruta porque, según los expertos, desviar por sus aguas parte del tráfico que pasa por Suez supondría asumir demasiados riesgos:


  • El primero es que el hielo se derretiría a mayor velocidad por el aumento de las emisiones en la zona.
  • También se estaría incrementando la posibilidad de que hubiera vertidos de petróleo en una zona hasta ahora incontaminada.
  • Y además, se estaría alterando enormemente el hábitat incorporando ruido de gran intensidad y luz artificial en un territorio silencioso y oscuro.


La tensión es evidente: ¿reforzamos con esta nueva vía nuestro comercio internacional o preservamos uno de los territorios relativamente vírgenes que quedan en nuestro planeta?



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